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​Gracias al uso del láser en odontología, muchos procedimientos de cirugía se han visto radicalmente beneficiados, obteniendo una simplicidad en el procedimiento quirúrgico y reduciendo el postoperatorio.

La luz del láser sobre los tejidos vivos tiene diferentes interacciones según se regulen los parámetros de los procesos físicos en el tejido sobre el que se aplique, siendo básicamente dos tipos de interacciones:

– Fotoquímicas: cuando se utiliza para la bioestimulación celular y tratamiento periodontal con Indocianina verde (EMUNDO).

– Fototérmicas: para curar la sensibilidad dentaria y para blanqueamiento dental.

Las terapias con baja intensidad ayudan en bioestimiulación, descontaminación, miorrelajación, terapia periodontal, disyunción articular e implantología. Los efectos clínicos del láser de baja intensidad son la cicatrización de los tejidos y la reparación.

Se recomienda para la prevención de la necrosis titular, reducción de la inflamación y del edema, alivio del dolor, tanto en patologías crónicas como agudas. También en casos de dolor de origen nervioso, problemas neurológicos e incluso para casos de acupuntura.

Las terapias con alta intensidad ayudan en corte y diseño, vaporización de tejidos detritus, descontaminación, prótesis dental, cirugía e implantología. Entre los efectos del láser de alta intensidad están la hemostasia, rápida cicatrización y sin dolor operatorio, facilita el trabajo de remodelación gingival, toma de impresiones, frenectomías, vestibuloplastias y regeneraciones óseas.

Con la terapia de láser se consigue una BIOCIRUGÍA en la que se procura conservar los tejidos blandos, bioestimulando y garantizando la acogida. Se reducen el número de intervenciones, los efectos secundarios y los tiempos de cicatrización, obteniendo además una alta predictibilidad en los resultados.